sábado, 22 de febrero de 2014

Como galope de caballos,
en una carrera veloz
se escucha el estruendo en la tierra
que en los cielos empezó.

Un eco profundo
por minutos se deja escuchar
el agua moja los suelos
la energía revive el lugar.

Luces mágicas,
danza musical
diversión de dioses
discoteca celestial.

Espectáculo increíble
regalo natural
necios los hombres terrestres
incapaces de apreciar.

Es nuestro

hay siempre ese espacio ahí
justo antes de que nos agarren
ese espacio
que nos relaja
nos deja respirar
digo
tirarte en la cama
pensando en nada
o digo
servirte un vaso de agua de la...

canilla
mientras vos te llenás de
nada

ese
espacio
amable y puro

es lo que vale

siglos de
existencia

digo

sólo rascarte el cuello
mientras mirás por la ventana
una rama desnuda
ese espacio
ahí
antes de que nos agarren
nos asegura
que
cuando lo hagan
no lo tendrán
todo.
 
 
 
Charles Bukowski

lunes, 10 de febrero de 2014

The Dream


  "And dreams in their development have breath,
  And tears, and tortures, and the touch of joy;
  They leave a weight upon our waking thoughts,
  They take a weight from off waking toils,
  They do divide our being; they become
  A portion of ourselves as of our time,
  And look like heralds of eternity;
  They pass like spirits of the past—they speak
  Like sibyls of the future; they have power—
  The tyranny of pleasure and of pain;
  They make us what we were not—what they will,
  And shake us with the vision that’s gone by"


Lord Byron



                                       

viernes, 7 de febrero de 2014

Anhelo

...Y mientras miraba el paisaje a través de la ventanilla del auto, el cielo encapotado que el sol intentaba desnudar, los árboles bailando una danza perfecta como bailarinas dentro de una caja musical, recordó aquel único día en la playa de paso a la ciudad, y fue capaz de sentir nuevamente el rugir del mar, la humedad del aire lleno de sal, la felicidad que le provocaba contemplar las olas majestuosas al llegar imponentes a la costa sin cesar mientras el agua barría nuevamente la arena de sus pies hacia el mar y el sol calentaba su espalda, tibiamente y sin juzgar, como un abrazo de verdadera amistad ... 

...Fue entonces, que anheló, por primera vez anheló con toda su alma, convertirse en un ave del lugar, poder todos los días volar sobre el imponente poder del mar... sin pensar en abandonar su preciado y hermoso hogar...jamás.


Tali G.
Una ventana,
ya se asoma la mañana
café con canela
y un buen despertar
el tabaco de la noche anterior
es perfume en él
que es todo piel, que es la mañana

y también la despedida
que se acerca sin ganas.

Tali G.

viernes, 31 de enero de 2014

Tras un encuentro casual, 
se llevo todo de mí,
me arrancó un suspiro
y prometió volver a hacerlo
cada vez que lo recordara

23/12/13
Con las despedidas nunca alcanza...
Nunca se llega a despegar el verdadero adiós.
Nunca se sienten realmente las ganas de marcharse, terminar un beso o separarse de un abrazo.
Nunca se alcanza a decir lo que uno quiere y quedan flotando en el aire las palabras sin mencionar, tampoco alcanza una mirada para explicar el sentimiento, ni un saludo con la mano antes de dar la espalda y echar a andar.
No alcanza nada para, en verdad, poder dar final a las cosas que uno no quiere dejar pasar.
Caemos en el ejercicio de una actividad -inconclusa sentimentalmente-  utilizada como medio de escape al no poder afrontar lo que verdaderamente siente.

martes, 28 de enero de 2014

Esconderme.
Desde la piel que me cubre
hacia dentro.
Ser otra en mi interior.
Elegir las palabras correctas.
Pensar bien. 
No mostrar la debilidad
que dentro mío reina.
Ser una persona para las demás personas.
Hasta el cansancio.

¿Entonces?
Mejor callar, no decir nada
y así no oír las voces
que creen tener una respuesta.
Una solución.
Un consuelo.

Que nunca aciertan,
están de sobra,
y se equivocan.

Silencio.



Tali G.
abandono,
o promesas
pero no, 
siempre abandono,
jamás certezas.

imposible acostumbrarme
siempre creyendo
buscando encontrarte
me voy cayendo

en el fondo del foso

te espero
tanteas cauteloso
te espero

todo esta oscuro
pero te espero
prometés un rayo de luz
aquí lo espero

solo recibo oscuridad

cuando por fin te creo.


Tali G.

martes, 21 de enero de 2014

La diligencia

   La oscuridad de la noche en el campo, sólo le permitía a Margarita ver su propio reflejo en el vidrio cuando miraba hacia afuera a través de la ventanilla del tren. Eran pocas las veces en que la luna aparecía ganándole a las luces del vagón, blanca, triunfante y recortada por las ramas pasajeras de los árboles. Formando parte también del cuadro espejado en el que ella se reflejaba, se veían las manos de Eduardo, su compañero de viaje, mientras sostenía un libro, con el lápiz entre los dedos.
   Con la mano cerrada y aplastando su cachete izquierdo, casi apoyada la cabeza contra el vidrio frío de la ventanilla, se encontró reviviendo la historia que su mente proyectaba cada vez que se distraía y miraba sin ver algún punto fijo del lugar que la rodeaba.


   Caminaba por las calles de la ciudad con una valija rectangular de cuero marrón mientras el cielo clareaba en perfectos tonos rosado y blanco que le recordaban los colores de su helado favorito de la infancia, ese que vendía el vecino cuando aún tenía el kiosco de helados artesanales en pleno centro sobre calle Luján; Después de recorrer unas cuantas cuadras, Margarita llegaba a una determinada esquina –siempre la misma esquina- y se detenía, miraba hacia la derecha, luego hacia la izquierda y apoyaba la valija con desgano. Nadie circulaba por esas calles en invierno, mucho menos durante los minutos previos al amanecer en el que la ciudad parecía petrificada. No importaba cuándo ni dónde visualizara esas imágenes, Margarita de la historia, de su pensamiento, repetía siempre el mismo ritual, hacía los mismos movimientos, y experimentaba el mismo sentimiento de soledad y desamor que un amanecer puede provocarle sólo a las personas más sensibles. Finalmente, cuando su grueso sweater de lana negra y bufanda no bastaban para mantenerla aislada del frío, aparecía como sabiendo que llegaba tarde y apurando el paso a grandes zancadas, un hombre alto y de largo saco marrón dando vuelta a la esquina. Al encontrarse, la miraba fijamente como esperando un saludo a cambio pero no le decía una sola palabra. Ella tampoco. Con tan solo verla a los ojos podía notar la molestia por la demora, el frío y la indiferencia en aquella mujer que solitaria en una esquina lo aguardaba con una valija a sus pies.
“Muchas gracias” fueron las únicas palabras que desprendidas de la boca del hombre, se emitieron en ese encuentro. Ella no habló, escuchó su voz sólo en el interior de su cabeza.
El hombre, como repitiendo una y otra vez la misma obra teatral al pie de la letra, tomaba siempre la valija, daba media vuelta y se marchaba a paso lento por el mismo camino que había tomado para llegar; A pesar de que Margarita con sweater negro y bufanda, protagonista de la historia, ya no era el centro de la escena, Margarita del reflejo en la ventanilla podía seguir viendo a aquel hombre que cruzando las vías, subía a la cabina de mando de la estación de tren donde trabajaba. Era capaz de verlo encargándose como todos los días, de darle el visto bueno al primer tren de la mañana para transportar la gente hacia la Gran Ciudad, donde sería totalmente succionada por la rutina semanal hasta que finalmente el día de descanso la devolviese a su verdadero hogar.

Cuando la puerta se cerró a espaldas del recién llegado, la valija que había sido apoyada sobre la mesa llena de miguitas de pan, esperó bajo la luz amarillenta proveniente de un foco viejo, ser abierta.

-¿Y Eduardo? ¿Tenía arreglo la máquina de café?- Preguntó bostezando Raúl, el compañero a quien debía relevar aquel hombre de saco marrón esa madrugada, mientras abría la valija e inspeccionaba el viejo artefacto para hacer café que hacía meses se encontraba dañado y a la espera de un repuesto.
-No tengo idea, creo que es muda la chica que se encarga de las diligencias.


Tali G.


viernes, 10 de enero de 2014

Si te cuento todos mis secretos,
ya no quedará más por venir.

Si te cuento todo lo que oculto,
se terminará el amor.

Si te cuento todo lo que pienso,
ya no pensaré en más nada.

Un poco de misterio, traerá la magia.
Muchas palabras se robarán la emoción.

Tali G.